chistes de tejedoras sastres y crocheteras

Chistes de Tejedoras, sastres y crocheteras

chistes de tejedoras sastres y crocheteras

Los mejores chistes de tejedoras y sastres para pasar un rato agradable con tus amigos y familia. Entre hilos y agujas puedes encontrar chistes de sastres, tejedoras y alguno de crocheteras. Hay chistes buenos y malos. Si tienes algún chiste bueno escríbelo en los comentarios y lo añadiremos.

¿Cuál es el colmo de una tejedora?

Perder el hilo de la conversación

Chiste de la tejedora con trajes a medida

Una señora entra en una tienda de trajes a medida.
– Por favor, quisiera que me confeccionen un traje de noche.
– Va a ser imposible. La tienda cierra a las seis de la tarde.

El chiste de la costurera y el cura

Un feligrés va a confesarse:
-Padre debo confesar que me gusta decir charadas.
-¿Y qué son charadas, hijo?, pregunta el sacerdote.
-Verá, si usted me pregunta que es una charada, yo le digo: en el culo le pongo una puntada.
-Más respeto al señor cura.
-Sí, pero en el culo le pongo una costura.
Ya enojado el sacerdote le grita.
-¡Queda usted excomulgado!.
-Bien, pero le quedará el culo remandado.

Chiste de sastres y abrigos baratos

Un hombre entra a una sastrería de ropa a medida. Mira un abrigo y pregunta:
– ¿Cuánto sale el abrigo?
– Cuatrocientos —responde el sastre—. Y se lo puedo hacer a su gusto.
– ¿Y ese chaleco?
– Cincuenta. Y se lo puedo hacer a medida y de la forma que usted quiera.
– Me voy a llevar el chaleco.
– ¿Y cómo lo quiere?
– Con mangas, solapas, bolsillos grandes y con un largo por debajo de las rodillas.

Chiste del sastre y un traje para San Juan

Llega el cliente a una sastrería y le pregunta al sastre.
– ¿Ya me han hecho el traje que les encargué?
El sastre le responde:
– Sí, un momento que ahora se lo traigo.
Al cabo de unos instantes vuelve el sastre con una túnica lila.
El cliente, al ver la túnica de color lila, queda asombrado y le pregunta al sastre, todo enfadado:
– Pero, ¿qué es esto?, ¿qué ha hecho usted aquí?
El sastre le responde:
– ¿¡Cómo!?, ¿no me dijo que lo quería para San Juan?

Este chiste es un desastre

¿Qué hace un sastre cuando quiere librarse de un cliente?
¡Un desastre de traje!

¿Cuál es el colmo de un sastre?

Que su hijo sea botones

Chiste largo del sastre que hace trajes a medidas

Un cliente acude a la sastrería a probarse un traje hecho a medida, que ya está listo, dicen, para que se lo lleve. Situado frente al espejo de cuerpo entero, mientras el cliente se estudia detenidamente, el sastre dice:
– La verdad es que le queda a usted de puta madre.
Poco convencido, el cliente comenta que ve el cuello de la chaqueta ligeramente holgado hacia la derecha.
– Eso se le adaptará por sí solo en cuanto lo use un poco. Responde el sastre.
– Podría retocárselo –añade–, pero sería una pena porque, como le digo, el traje le queda de puta madre. Le recomiendo que durante un par de días tuerza usted un poco el cuello y lo incline hacia ese lado, ¿ve? Hasta que se asiente la hechura. ¿A que tengo razón? ¿Ve cómo ahora le queda de puta madre?.


Obedece el cliente, comprobando que el sastre tiene razón y que, con el cuello torcido a la derecha, la chaqueta le cae ahora impecable. Pero de pronto observa que, en esa postura, una manga queda más corta que la otra. Y se lo hace notar al sastre.
– Eso también se asentará en cuanto lo use usted un par de días –responde el tijerillas con mucho aplomo–. Bastará, de momento, con que encoja usted un poquito ese brazo, así, mire, y la manga tendrá la longitud perfecta. Y no es por no retocárselo, se lo aseguro; pero sería una lástima tocar los hilvanes porque, desde luego, el traje le queda a usted de puta madre.


Convencido por el argumento técnico, el cliente –que es un bendito de Dios– encoge el brazo y comprueba que, en efecto, si tuerce el cuello hacia la derecha encogiendo al mismo tiempo el brazo izquierdo, esa manga muestra exactamente un centímetro de puño de camisa, como debe ser. Pero también repara en que el pantalón hace una bolsa bajo la cintura, sobre la pinza de la izquierda, y se lo indica al sastre.
– Es que estamos hablando todo el tiempo de lo mismo –responde sin inmutarse el otro–. El traje le sienta de puta madre, pero la lana fría de oveja virgen de Cornualles, como producto que es de altísima calidad, siempre necesita unos días para adaptarse de forma natural al cuerpo que la lleva. Esto no es tergal, caballero.


Entonces el cliente, casi avergonzado por preguntar, reclama una solución para el asunto. Y el sastre, magnánimo, responde:
-Muy fácil, fíjese. Durante ese par de días que le aconsejo, procure usted caminar con la cadera así, un poco echada para el lado izquierdo. ¿Ve lo que le digo? De ese modo no se nota bolsa ni nada. Y así, también el pantalón le queda de puta madre.

Levanta un dedo el cliente, tímido pero inquieto. Permítame una observación, dice. Observo que si echo a un lado la cadera, la bolsa del pantalón desaparece; pero entonces queda una pernera más corta que la otra. Fruncido el ceño, cinta métrica en mano, el artista se agacha, toma la medida y se incorpora, displicente.
– Sólo dos centímetros –sentencia–. No merece la pena retocarlo porque, como digo, la lana inglesa Chaste Sheep de cuatro hilos tejida en crudo se adapta muy bien con el uso. Bastará con que flexione usted esa rodilla y tuerza la pierna al andar. Sería una pena descoser y coser de nuevo, el tejido perdería su apresto. Y como le repito, y usted mismo puede comprobar, mírese bien ahora, el traje le queda de puta madre.

Convencido, adoptando simultáneamente todas las posturas sugeridas por el sastre, el cliente sale a la calle a lucir el traje nuevo. Atento a recordar cada uno de los consejos sartoriales, camina con el cuello inclinado a la derecha, el brazo izquierdo encogido, la cadera a un lado y una pierna torcida. Pasa así, orgulloso de su indumento, por delante de un bar en cuya puerta hay dos parroquianos que se lo quedan mirando.
– Oye, compadre –comenta uno–. Ese tío tan raro que pasa, fíjate en lo mal hecho que está. A lo que responde el otro:
– Raro es, desde luego. Pero debe de tener un sastre estupendo, porque el traje le sienta de puta madre.

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