Chistes Largos

LA FIESTA MATEMÁTICA

Esta era una fiesta de 0 (ceros)…
Llega el 10, y lo paran en la puerta. El 10 les dice : «Oye, ¿acaso no puedo andar con bastón?».
Llega el 101, y cuando lo paran dice: «Oye, ¿no ves que ando con muletas?».
Llega el 7, y cuando lo paran dice: «Bah, es que pensé que era una fiesta de disfraces».
Llega el infinito, y le dicen: «Ah, no, usted no entra». Y el infinito dice: «Desgraciado, nos discriminas por ser siameses».
Llega el 1 y le dicen: «¿Y usted?».Responde: «Es que me puse a dieta».
Llega el 8, y le dicen: «Usted sí que no entra, y no me diga que viene disfrazado». Y el 8 dice: «No, yo soy un 0, pero vine con cinturón».
ce: «¿Qué pasa?. ¿No te gustan los Punk?».
Llega el 40 y dice: «Yo pensé que podía traer a mi novia».
Llega el 9 y le dicen: «Señor, si quiere entrar, ¡súbase la bragueta!»

LA HISTORIA DE LAS HERMANAS MATEMÁTICAS Y LÓGICA

Dos monjas salen del convento, para vender galletitas.
Una de ellas es la Hermana Matemáticas y la otra la Hermana Lógica.
Está oscureciendo y ambas están aún muy lejos de su convento.
-Hermana Lógica: “¿Te has dado cuenta que durante la última media hora nos viene siguiendo un hombre?”
-Hermana Matemáticas: “Sí,y me pregunto qué es lo que quiere».
-Hermana Lógica: “Muy lógico. Nos quiere violar”.
-Hermana Matemáticas: “¡Oh no!. Así como están las cosas, nos va a alcanzar a lo más tardar en 15 minutos. ¿Qué podemos hacer?.
-Hermana Lógica: “La única solución lógica para nosotras, es caminar más rápido”.
Ambas monjas aceleran sus pasos
-Hermana Matemáticas: “Esto no nos ayuda para nada”.
-Hermana Lógica: “Claro que no ayuda. El hombre reaccionó de manera lógica. También comenzó a caminar más rápido”.
-Hermana Matemáticas: “¿Entonces, qué podemos hacer?. Como están las cosas, nos habrá alcanzado en un minuto”.
-Hermana Lógica: “La única reacción lógica para nosotras es separarnos. Tú te vas por aquel lado y yo me voy por este. No nos puede perseguir a ambas”.
El hombre decide seguir a la Hermana Lógica.
La Hermana Matemáticas llega al convento y está muy intranquila, puesto que la Hermana Lógica aún no ha llegado.
Finalmente llega también la Hermana Lógica.
-Hermana Matemáticas: “¿Hermana Lógica, ¡Gracias a Dios que has llegado!. Cuéntanos lo que ha sucedido”.
-Hermana Lógica: “La única cosa lógica que podía suceder. El hombre no pudo perseguirnos a las dos, de manera que eligió a una, y se decidió por mi”.
-Hermana Matemáticas: “¿Y qué sucedió? Por favor, cuéntenos”.
-Hermana Lógica: “Sucedió lo lógico. Yo comencé a correr tan rápido como pude”.
-Hermana Matemáticas: “¿Y entonces?”.
-Hermana Lógica: “Sucedió lo lógico. El hombre comenzó también a correr tan rápido como pudo”.
-Hermana Matemáticas: “¿Y?
-Hermana Lógica: “Y sucedió la única cosa lógica posible. ¡Me alcanzó! “.
-Hermana Matemáticas: “¡Oh no! ¿Y qué hiciste entonces?”.
-Hermana Lógica: “La única cosa posible que pude hacer, me levanté el hábito”.
-Hermana Matemáticas: “¡Oh hermana! ¿Y qué hizo el hombre?”.
-Hermana Lógica: “El hombre hizo lo lógico. Se bajó los pantalones”.
-Hermana Matemáticas: “Oh no! ¿Y qué sucedió luego? “.
-Hermana Lógica: “¡Lo lógico hermana!. Una monja que se ha levantado el hábito, puede correr más rápido que un hombre que se ha bajado los pantalones”.
……¿Y tú pensabas que iba a ser otra historia?

EXTRATERRESTRES PERDIDOS EN LA TIERRA

A dos extraterrestres se les estropea la nave y tienen que aterrizar en la Tierra para buscar un taller. Al poco de bajar ven a un ser humano y le preguntan:
– Hola, buenos días, ¿nos podría decir donde estamos?
El tío se lo queda pensando un rato y al final les dice:
– Están ustedes en la Tierra.
Entonces uno de los extraterrestres le dice al otro:
– Venga, vayámonos, que es un terrestre idiota.
– No, hombre, no es idiota, lo que pasa es que es matemático.
– ¿ah, sí? ¿y cómo lo sabes?
– Pues muy sencillo, mira. Le hemos hecho una pregunta bien sencilla, que cualquier pseudointeligente de la galaxia podría haber respondido inmediata y eficazmente; pero se ha quedado un rato pensando la respuesta, y al final nos ha dicho algo absolutamente cierto, pero que ya sabíamos y que además no nos sirve para nada.

DE CAMINO AL ZOO CON EL TAXISTA GRACIOSO

Un padre y su hijo de 10 años se dirigían en taxi al Zoológico de Barcelona. Al ir acercándose al niño le llamó la atención la cantidad de chicas vestidas de forma extraña y con poca ropa, que permanecían de pie en la cuneta, y le pregunto a su padre:
– ¿Que hacen todas estas señoras por aquí, papá»
A lo que el padre contestó, intentando parecer convincente:
– Son chicas que vienen de una fiesta de disfraces y están esperando a que su novio o sus padres las pasen a recoger.
Pero al taxista no le pareció bien aquella respuesta, y sin que nadie pidiera su opinión, dijo al padre:
– ¡No engañe al niño, hombre! Ya es mayorcito para saber las verdades…
Y continuó, ya dirigiéndose al niño:
– Estas «señoras», chaval, son prostitutas, y se dedican a esperar que pare un cliente para hacerle el amor a cambio de dinero, ¿comprendes?
El niño se quedó pensativo, y tras digerir lo que acababa de escuchar, le asaltó la curiosidad:
– Entonces, papá, ¿estas señoras también tienen niños?
-Claro hijo – respondió el padre – de algún sitio tienen que salir los taxistas.

LA VIDA DE UN POBRE HOMBRE

Un señor entra a una zapatería y se le acerca el vendedor:
-Buenas tardes, ¿En qué puedo ayudarle señor?
-Quiero unos zapatos del número 42.
-Verá, señor, no es por llevarle la contraria, pero a simple vista puedo ver que usted calza al menos un 46.
-Eso no me importa, yo quiero un número 42, si no, no compro nada y me voy a otra tienda.
-Está bien (le contesta el vendedor con cara de asombro).
El dependiente le trae unos zapatos del número 42; el hombre se los prueba y le dice:
-Perfecto, me los llevo puestos.
Cuando va de salida del comercio, el vendedor se da cuenta de que el hombre va sufriendo porque los zapatos le aprietan mucho. El vendedor, intrigado de por que compró unos zapatos tan pequeños, se le acerca y le dice:
-Señor, disculpe, pero no me puedo quedar con la intriga, ¿cómo es que compra sus zapatos tan pequeños, si se ve que está sufriendo porque no le quedan bien?
– Mire, le voy a contar mi historia: mi mujer me engaña con un compañero de trabajo; mi hija es prostituta; mi hijo es yonki; mi suegra vive con nosotros y me tira en cara la culpa de todos los problemas familiares… ¡El único placer que tengo en esta vida es llegar a casa y quitarme estos

PROCESO DE SELECCIÓN DE PERSONAL

Resulta que se va a construir la autopista Barcelona – Sevilla en linea recta, cargándose todo lo que encuentren por delante, y el Ministro de Obras Públicas dice:
– Tendremos que coger personal cualificado con un mínimo de cultura, ésta gente con un pico y una pala pueden ser peligrosos…
El más espabilado de todos ellos propone hacer un examen tipo test. Se presentan como unos 200 tíos… El caso es que va el primero y…
– Vamos a ver el primero, una cosa de piel para los pies y que sirve para andar. – dice el profesor
-Una cosa piel… para los pies y que sirve para andar…. ésto es muy difícil… pues no lo sé…
-Por favor, ¡Son zapatos! Váyase fuera le reprende el profesor.
El tío sale fuera y se encuentra un amigo, y le dice cuidado esto es muy difícil, para decirte zapatos, el tío se enrolla, te come el coco… Cuidado que van por ti, nen.
En eso que entra el otro y le dice el profesor… -Una cosa de madera con 4 patas y rodeada de sillas ¿Que es?
-¿Tiene cordones? -contesta el examinado.
¡No! – responde el profesor.
Ya lo sé.. Mocasines!!!

EL GRANJERO, EL CURA Y EL LORO

Esto es un granjero que va a la iglesia y le dice al cura:
– Señor cura, ¿me presta su loro?
– Vale pero no le enseñes palabrotas.
– Vale
Va el granjero andando y empieza a llover y dice:
– Joé, ¡cómo llueve!
… y el loro se lo queda en la mente.
Pasa delante de un toro que esta durmiendo y dice:
– Cogerle de las pelotas a ver si se levanta.
… y el loro se lo queda en la mente.
Sale un rebaño de ovejas
corriendo y dice:
– Corred cobardes, corred que ya os alcanzaré.
… y el loro se lo queda en la mente.
El granjero le devuelve el loro al cura.
Llega el domingo y el cura bebe el vino y dice el loro:
– Joder, ¡cómo llueve!
… y el cura se desmaya.
Y dice el loro:
– Cogerle de las pelotas a ver si se levanta
… y salen las monjas corriendo.
Y grita el loro:
– Corred cobardes, corred, que ya os alcanzaré…

LAS CONFESIONES DE UN CURA

Un cura recién ordenado se confiesa por primera vez con su obispo:
– Dime hijo mío ¿qué tal has llevado los votos durante esta tu primera semana?
– Verá eminencia, en cuanto a la pobreza he regalado mi hábito y me visto con uno que ya había desechado, mis sandalias están rotas y llenas de agujeros y doy la mitad de mi comida a los pobres que vienen al comedor.
– Muy bien, hijo mío, muy bien, continúa.
– En cuanto a la obediencia hago cualquier cosa que me mande cualquier otro padre sin pensar en si es justo o adecuado, dando gracias al Señor por tener el privilegio de obedecer.
-Muy bien, hijo mío, excelente, excelente.
-Finalmente, eminencia, en esta semana he hecho el amor con 37 mujeres.
El obispo casi se cae de la silla y con ojos desorbitados pregunta:
– Pero ¡hijo mío! ¡¿y el voto de castidad?!
El curilla, asustado y con cara de perplejidad responde:
– Pero… ¿no era voto de cantidad?

UN CURA, UNA MONJA Y UN CAMELLO EN EL DESIERTO

Se encuentran una monja y un cura cruzando el desierto del Sahara en un camello.
Al tercer día, una tormenta de arena los atrapa y buscan refugio.
Cuando la tormenta termina, se dan cuenta que el camello ha muerto.
El cura dice:
– Hermana esto se ve muy mal, difícilmente sobreviviremos dos días aquí y el campamento más cercano se encuentra, mínimo a una semana de camino.
Así que ahora que sabemos que no sobreviviremos quiero pedirle un favor:
– Nunca he visto los senos de una mujer. ¿Podría ver los suyos?
La monja, un poco sorprendida, responde:
– En las circunstancias en que nos encontramos no veo problema.
Y se los muestra al cura. Éste prosigue:
– Hermana, ¿Le importa si los toco?
La monja no pone objeción. Ésta, después de unos minutos, pregunta:
– Padre ¿puedo pedirle yo ahora un favor? Nunca he visto el pene de un hombre. ¿Me dejaría ver el suyo?
El cura responde:
– En las circunstancias en las que nos encontramos, no veo el posible daño hija.
Y se lo muestra.
– ¿Lo puedo tocar?
– Pues… ¡tóquelo!
Después de algunos minutos de tener la atención de la monja, el cura ya no se puede contener y acercándose a ella, le dice al oído:
– Hermana… ¿Sabía que si lo meto en el lugar correcto puede crear vida?
A lo que la monja responde:
– ¿De verdad padre?
– Sí hermana
– ¡Pues entonces méteselo en el culo al camello y salgamos de aquí cuanto antes!

CHISTE LARGO DEL SASTRE QUE HACE TRAJES A MEDIDA

Un cliente acude a la sastrería a probarse un traje hecho a medida, que ya está listo, dicen, para que se lo lleve. Situado frente al espejo de cuerpo entero, mientras el cliente se estudia detenidamente, el sastre dice:
– La verdad es que le queda a usted de puta madre.
Poco convencido, el cliente comenta que ve el cuello de la chaqueta ligeramente holgado hacia la derecha.
– Eso se le adaptará por sí solo en cuanto lo use un poco. Responde el sastre.
– Podría retocárselo –añade–, pero sería una pena porque, como le digo, el traje le queda de puta madre. Le recomiendo que durante un par de días tuerza usted un poco el cuello y lo incline hacia ese lado, ¿ve? Hasta que se asiente la hechura. ¿A que tengo razón? ¿Ve cómo ahora le queda de puta madre?.


Obedece el cliente, comprobando que el sastre tiene razón y que, con el cuello torcido a la derecha, la chaqueta le cae ahora impecable. Pero de pronto observa que, en esa postura, una manga queda más corta que la otra. Y se lo hace notar al sastre.
– Eso también se asentará en cuanto lo use usted un par de días –responde el tijerillas con mucho aplomo–. Bastará, de momento, con que encoja usted un poquito ese brazo, así, mire, y la manga tendrá la longitud perfecta. Y no es por no retocárselo, se lo aseguro; pero sería una lástima tocar los hilvanes porque, desde luego, el traje le queda a usted de puta madre.


Convencido por el argumento técnico, el cliente –que es un bendito de Dios– encoge el brazo y comprueba que, en efecto, si tuerce el cuello hacia la derecha encogiendo al mismo tiempo el brazo izquierdo, esa manga muestra exactamente un centímetro de puño de camisa, como debe ser. Pero también repara en que el pantalón hace una bolsa bajo la cintura, sobre la pinza de la izquierda, y se lo indica al sastre.
– Es que estamos hablando todo el tiempo de lo mismo –responde sin inmutarse el otro–. El traje le sienta de puta madre, pero la lana fría de oveja virgen de Cornualles, como producto que es de altísima calidad, siempre necesita unos días para adaptarse de forma natural al cuerpo que la lleva. Esto no es tergal, caballero.

Entonces el cliente, casi avergonzado por preguntar, reclama una solución para el asunto. Y el sastre, magnánimo, responde:
-Muy fácil, fíjese. Durante ese par de días que le aconsejo, procure usted caminar con la cadera así, un poco echada para el lado izquierdo. ¿Ve lo que le digo? De ese modo no se nota bolsa ni nada. Y así, también el pantalón le queda de puta madre.

Levanta un dedo el cliente, tímido pero inquieto. Permítame una observación, dice. Observo que si echo a un lado la cadera, la bolsa del pantalón desaparece; pero entonces queda una pernera más corta que la otra. Fruncido el ceño, cinta métrica en mano, el artista se agacha, toma la medida y se incorpora, displicente.
– Sólo dos centímetros –sentencia–. No merece la pena retocarlo porque, como digo, la lana inglesa Chaste Sheep de cuatro hilos tejida en crudo se adapta muy bien con el uso. Bastará con que flexione usted esa rodilla y tuerza la pierna al andar. Sería una pena descoser y coser de nuevo, el tejido perdería su apresto. Y como le repito, y usted mismo puede comprobar, mírese bien ahora, el traje le queda de puta madre.

Convencido, adoptando simultáneamente todas las posturas sugeridas por el sastre, el cliente sale a la calle a lucir el traje nuevo. Atento a recordar cada uno de los consejos sartoriales, camina con el cuello inclinado a la derecha, el brazo izquierdo encogido, la cadera a un lado y una pierna torcida. Pasa así, orgulloso de su indumento, por delante de un bar en cuya puerta hay dos parroquianos que se lo quedan mirando.
– Oye, compadre –comenta uno–. Ese tío tan raro que pasa, fíjate en lo mal hecho que está. A lo que responde el otro:
– Raro es, desde luego. Pero debe de tener un sastre estupendo, porque el traje le sienta de puta madre.

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